Siempre tengo la sensación que en septiembre empieza mi año.Y este año a comenzado de forma muy intensa.
De golpe... y se supone que estoy encendiendo los motores. La verdad es que llevo dos semanas diciendo que enciendo motores y la verdad es que en realidad llevo desde el 25 de mayo haciendo lo posible porque no se apaguen. A veces se paran, y se paran en seco, sin aparente significado, sin sentido, se apagan, adiós...
Se desconectan, me desconectan... y aparece una naturaleza muerta que intenta aflorar. Dejo que aflore. Que salga, que se sienta victoriosa, que se sienta importante, que me recorra de arriba abajo, que me llene, que me deje rota en el sofá sin ganas de nada, nada más que de hacer nada. Limones, caen como limones... se pasa.
A la vez, viva, muy viva, tan viva que a veces da miedo. Con ganas de plantar cara, de decir NO, de decir Si, de entregarme a lo que suceda, de dejar que la vida entre, que me recorra todo el cuerpo, que me sacuda, que me ponga en dificultad, que me haga revolverme de vida.
Además, calma. Una calma curiosa, una calma serena, una calma segura. Suelo, firme, fuerte, decidida, una calma que llena.
Y también bombardeo. Que suerte dedicarme a esto, que suerte bailar, que suerte Una, que suerte enseñar, que suerte Claim, que suerte el CPA, que suerte las alumnas, que suerte mis amigos, que suerte mi familia, que suerte mi vida. Y me podría pasar la vida pensando en lo que podría ser ... y me podría pasar la vida sin valorar lo que es.
Y hoy un sueño, una despedida con un te quiero, un marchar tranquilo, sonriente... una huella de haber estado pero ya no estar. Y yo... sigo con mi luto, compañero de viaje... que la tristeza no es mala si se sabe llevar, que la tristeza se cura y se transforma. Que el vacío, no se rellena, solo se aprende a llevar.Y para ello, papeles escritos y recortados en los bolsillos, como píldoras concentradas de felicidad.
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