miércoles, 19 de enero de 2011

Cuarto ensayo. Hivernacle

La ausencia de la guitarra me hace recordar imágenes de la infancia. Acompañada de una Nana, la Nana que me hubiera gustado que hubiera sido y que nunca fue. Juegos de niña, de una niña alegre como un cascabel, como decía mi madre. Los dedos se llenaban de tiza al jugar a la Charranca. Su imagen pasea por mi memoria. Llegaba empapada a casa tras cazar renacuajos; ni las "katiuskas" eran suficientes para protegerme de la profundidad de los charcos. Nunca llegaba a salvarme cuando jugaba al Escondite, me daba miedo esconderme y que no me encontraran. En cambio... hacía unas paradas increíbles en el escondite inglés.
En casa me encantaba jugar a "Señoritas", con mi pizarra y mis muñecos imitaba cada gesto de mi profesora Araceli.
Ahora todas las imágenes son ordenadas, intento hacer lo que quiero hacer y no dejarme llevar por lo que sé hacer. La voz de pepito grillo me persigue... y yo intento que no me crezca la nariz ...

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