La ausencia de la guitarra me hace recordar imágenes de la infancia. Acompañada de una Nana, la Nana que me hubiera gustado que hubiera sido y que nunca fue. Juegos de niña, de una niña alegre como un cascabel, como decía mi madre. Los dedos se llenaban de tiza al jugar a la Charranca. Su imagen pasea por mi memoria. Llegaba empapada a casa tras cazar renacuajos; ni las "katiuskas" eran suficientes para protegerme de la profundidad de los charcos. Nunca llegaba a salvarme cuando jugaba al Escondite, me daba miedo esconderme y que no me encontraran. En cambio... hacía unas paradas increíbles en el escondite inglés.
En casa me encantaba jugar a "Señoritas", con mi pizarra y mis muñecos imitaba cada gesto de mi profesora Araceli.
Ahora todas las imágenes son ordenadas, intento hacer lo que quiero hacer y no dejarme llevar por lo que sé hacer. La voz de pepito grillo me persigue... y yo intento que no me crezca la nariz ...
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